“In hoc signo vinces.”
Sueño de
Constantino, octubre 21 del 312.
I.1 LA CRUZ COMO SÍMBOLO
PREHISPÁNICO
Para comprender el desarrollo histórico de la devoción de la Santa Cruz en el templo y barrio de Esquipulas es necesario hacer una mirada en retrospectiva al tiempo en que se generó la devoción, conocer las creencias fundamentales de los pueblos prehispánicos y cristianos para entender de qué manera se lograron sincretizar hasta el punto que hoy vemos el resultado en la fiesta religiosa que emotivamente el pueblo y la Iglesia promueve, por ello es necesario recurrir a las concepciones prehispánicas para
tener un acercamiento objetivo sobre la interpretación de este símbolo que
tiene muchos significados tanto para los cristianos como para las culturas
precolombinas.
A mediados del siglo XVI, el notable evangelizador franciscano fray Toribio Benavente apodado "Motolinía" dio el testimonio de su impresión al acercarse a los pueblos y ver que “... está tan
arraigada en este terreno la señal de la cruz por todos los pueblos y caminos, que
se dice que en ninguna parte de la cristiandad está más ensalzada, ni donde
tantas, ni tales, ni tan altas cruces huya...”. [1] Pero la sola presencia del
significante no basta. Es muy posible que un signo propuesto por la Iglesia sea reinterpretado por la religión popular, atribuyéndole un significado
distinto al que tiene para los españoles. Esto resultaría claro teniendo en cuenta que la cruz ya existía en la
religión autóctona desde antes de la llegada del cristianismo, por ello se dieron muchas teorías aún hoy no muy convincentes.
Probablemente, como menciona el padre Marroquín, el centro
de la reflexión teológica precortesiana más antigua estuviera en la región
situada entre Puebla y Oaxaca, cerca de Teotitlán del Camino. Allí se
desarrolló una antigua civilización agrícola, en la cual la observación
astronómica, exigida por la necesidad del culto a los dioses astrales, tuvo aplicaciones
a las labores agrícolas. En medio de este universo normado por el movimiento,
detectaron un punto aparentemente inmóvil: la Estrella Polar, a veces
confundida con el planeta Venus. En torno a él giran las dos constelaciones que
en nuestra cultura conocemos como Osa Mayor y Osa Menor. Lo que les impactó fue
el astro estable en medio de aquel grupo de estrellas cambiantes. Por ello, en
ese lugar, Venus, se divinizó y se convirtió en Quetzalcóatl.
También observaron, como
luego en Monte Albán, que ciertas posiciones de la Osa Mayor coincidían con los
equinoccios y solsticios, los periodos de germinación de las plantas y los
cambios de las estaciones. Entonces se trazó un eje imaginario que uniera estas
posiciones, formándose así la figura de una cruz gamada que señalaba los puntos
cardinales. Este símbolo pudo unir admirablemente el espacio y el tiempo,
estructurando el universo en forma de cruz. [2]
Su expresión fue el
“ollín”, una de cuyas estilizaciones más frecuentes es la de cuatro puntos y un
centro. El centro tiene además funciones muy importantes, pues desde él se
ubican otras dos direcciones claves: el arriba y el abajo.
La cosmogonía azteca se
identificó con la teogonía. En el centro estaría la pareja primordial
Ometecutli / Omecíhuatl,[3]
dios dual, deidad suprema doble. El nombre de ese Dios único y verdadero era
Ometeótl, éste tenía muchos nombres, todos ellos breves síntesis de su
naturaleza.[4]
Según la concepción náhuatl y los tlamatinime (escritores filósofos náhuatl)
puede identificarse con Quetzalcóatl y en sí misma pretende dar origen a la
vida, al cosmos y a las deidades. Esta unidad dual engendró primeramente 4
dioses que habrían de reinar en sendas regiones, teniendo en cuenta cada cual
su propio paraíso y su color determinado:
- Este: por donde inicia su recorrido tanto el Sol como el planeta Venus, nos hallamos en la región roja, reino del Tezcatlipoca Rojo, espacio de resurrección, de la aurora, del canto, de la fecundidad y de la juventud. Allí está el Tlalocan paraíso de Tlaloc.
- Norte: lugar del Tezcatlipoca Negro, lugar de la noche, del frio, de la guerra. También es el lugar de los orígenes, ya que los mexicas vinieron de allá.
- Oeste: es el lugar de las diosas terrestres y de la ancianidad; reino de Quetzalcóatl, de color blanco. Allá se encuentra Temoanchán, el paraíso de los dioses viejos y de la antigüedad; pero también es el lugar de las flores y de las piedras preciosas.
- Sur: es la región tropical, tibia y lluviosa, por lo que le corresponde el color azul. Lugar del sol, del calor y del fuego, es el reino de Huitzilopochtli; pero como para los aztecas en esta dirección se encontraba Oaxaca, es también espacio de Mictlantecutli.
En los estados del sureste la cruz fue vertical. El
eje que prevaleció fue el horizontal, el de oriente-poniente, o sea, el del
recorrido del sol. Así se explica que casi todas las cruces estén orientadas en
esa dirección. El brazo norte-sur fue sustituido por el dualismo de arriba y
abajo a partir del centro, que resultó privilegiado.[5] En
el sur tenemos los ejemplos concretos del Templo de la Cruz Foliada de la
ciudad maya de Palenque, Chiapas junto con otros sitios arqueológicos que
manifiestan la presencia de la cruz y las narraciones de la Historia de Oaxaca por el Pbro. José
Antonio Gay sobre la famosa cruz de Huatulco que a la llegada de los españoles
se ha visto en ese lugar y motivó a los misioneros dominicos a establecer el
patronato de la Santa Cruz. [6]
I.2 LA CRUZ COMO ELEMENTO
DEVOCIONAL CRISTIANO
La cruz desde el
pensamiento pagano romano antes de la era cristiana tenía un significado
completamente opuesto al que la Iglesia apostólica le diera después de la muerte
de Jesucristo. Era un instrumento de tortura y de muerte, utilizada para
ajusticiar a personas reas de alta traición, únicamente a los ciudadanos que no
eran romanos, salvo algunas excepciones. Este instrumento se tiene documentado
por primera vez – según fuentes romanas – en Cartago, siendo el modo de castigo
que los generales púnicos empleaban con los soldados subordinados.[7]
Este sistema de ejecución debió ser impresionante para que los romanos lo
utilizaran, de hecho, fue copiado de las culturas de Oriente, sobre todo de los
persas, los griegos la utilizaron y los romanos la aceptaron.
Inicialmente se utilizó
un palo o poste donde colgaban o
clavaban a los condenados a muerte. A un cierto punto, se añadió a ese palo
otro transversal. Esta novedad se atribuye a Semíramis, reina de Asiria y
Babilonia. Entre los romanos era el suplicio más cruel e ignominioso, que sólo
se aplicaba de ordinario a esclavos o a los libertos no romanos, como se dijo
líneas arriba; aunque en ciertas circunstancias se crucificaban también a los
ciudadanos romanos.[8]
La cruz tenía forma de
T, Y y X, la forma de T, con el palo perpendicular que sobre sale sobre la
cabeza, es la que se usó para la muerte de Cristo. Con la resurrección de
Jesús, la cruz adquiere otro nuevo significado, no como objeto de muerte, sino
de salvación, ya que Dios había de morir sobre ella y derramando su sangre
salvadora habría de regresar nuevamente a la vida para romper con el pecado del
hombre. A partir de entonces, en el Nuevo Testamento, existen muchas
referencias sobre la importancia que tiene la cruz para el cristiano (Gál. 6,
14; Col. 2, 14; Ef. 2, 15-16; Cor. 1, 18). Aunque la época apostólica ha sido
muy poco estudiada, podemos hacer mención que los seguidores de los apóstoles
utilizaron el símbolo de la cruz como una identificación personal de su esencia de cristianos, la insignia
de este nuevo grupo que apenas estaba naciendo.
Para la evangelización,
el trabajo que debió haberles costado a los primeros cristianos convertidos, al
introducir la fe en un crucificado en el imperio romano donde la percepción de
su misma tradición e historia sobre la condena de la cruz estaba presente y
convencer a los ciudadanos que con el triunfo de Cristo la cruz debía verse
como signo de salvación y no de condena, tan es así que dentro del Martirologio Romano tenemos gran
cantidad de santos mártires que dieron su vida de esa misma forma por emular al
Salvador, iniciando la lista con el mismo San Pedro. La festividad de la Santa
Cruz está basada precisamente en el famoso sueño que tuvo Constantino el Grande
durante su guerra contra Magencio en el año 312 d.C., con una cruz en el cielo y
la inscripción In hoc signo vinces, “con
este signo vencerás”.
La emperatriz Santa
Elena (madre del emperador Constantino) y san Macario, Obispo de Jerusalén
tuvieron la oportunidad de encontrar en una excavación, la Cruz de Jesús, y a
partir de ese momento un 3 de mayo comenzó un fuerte culto a la reliquia
sagrada más preciada del mundo cristiano, junto al Santo Cáliz que se venera en Valencia, la Sábana
Santa de Turín o el Sudario de Oviedo. De esta forma, se ha repartido por todo
el mundo, y no existe santuario, catedral o basílica que no contenga un pedazo
de astilla de la cruz.[9]
La devoción religiosa y
piadosa de la Edad Media dio a Hispania una creencia “milagrosa” en la Santa
Cruz, como lo podemos ver en la Santa Cruz de Caravaca, que contiene un lignum crucis (un trozo de astilla de la Santa Veracruz) la cual apareció flotando sobre los aires, según se dice, era la cruz pectoral de Roberto de Nantes, patriarca de Jerusalén. La implantación de la cruz en el espíritu de la
reconquista (el territorio hispano estaba invadida por los musulmanes), es símbolo de dominio.
Fue ésta la actitud con que llegó a América. Para la piedad hispana, impregnada
con el espíritu penitente irlandés,[10] la
cruz simboliza también los sufrimientos a los que hay que someterse con un
valor expiatorio y santificador por sí mismo.[11]
I.3 EL SINCRETISMO CULTURAL Y
DEVOCIONAL DE LA CRUZ
Sincretismo es la
combinación o yuxtaposición de las creencias, ideologías, formas de
manifestación de las actividades de dos culturas distintas que se unen para
formar una nueva con características entremezcladas que fortalecen y debilitan
o se imponen una sobre otras. Es el caso por citar un ejemplo, del ritual
funerario del levantamiento de la cruz que proviene la colocación de la cruz de
flores que representan el camino del alma a la eternidad como en las religiones
prehispánicas y los rezos católicos. En este caso, la forma del sincretismo ha
sido la síntesis creativa, en el cual se integran ambas religiones.
Desde el punto de vista
sincrético, la cruz[12]
ha sido tomada desde el siguiente concepto por las comunidades indígenas, en la
forma horizontal y vertical:
- Supramundo: el espacio uránico diurno queda reservado para los sobrenaturales católicos: Dios y los santos, incluyendo las fuerzas naturales divinizadas y la cruz.
- Inframundo: el espacio tenebroso ctónico será el refugio clandestino de las antiguas deidades autóctonas. Es también el campo terrorífico de los espectros, de los cuales, de los cuales hay que defenderse colocando cruces protectoras a la entrada de las cuevas.
- El brazo horizontal: espacio telúrico de nuestro mundo al de los seres humanos, al ciclo vital del individuo, siguiendo el curso del sol.
De
esta forma la conjunción de estas creencias crean nuevamente una fuente de
producción religiosa en la cual caben los “dioses” católicos y los dioses
indígenas. Esta mezcla de creencias serán los motores que den un giro evolutivo
para la realización de las festividades, aunque ya más catolizadas pues el paso
de los años o siglos van perdiendo esos elementos indígenas prominentes para
dejar solo la esencia devocional que parece ser imperceptible a menos que se
estudie con detrimento cada una de sus partes.
II.1 LA INCIPIENTE EVANGELIZACIÓN Y LOS INICIOS DE LA DEVOCIÓN EN TEAPA
A los pies de la sierra
montañosa del norte de Chiapas, se localiza la hoy ciudad de Santiago de Teapa,
Tabasco que ha sido el legado constituido por la comunidad cultural zoque desde
la época prehispánica. Durante la conquista realizada por Luis Marín en 1523 y
dada en encomienda al ya famoso cronista conquistador Bernal Díaz del
Castillo en 1525, llega por primera vez la fe católica a este pueblo zoque que
mantenía fama doble, la primera por ser de carácter aguerrido y la segunda como
una potencia de comercio de los diferentes productos que se distribuían y
utilizaban a lo largo y amplio del norte de Chiapas y parte de Oaxaca.[i]
El notable antropólogo Carlos Navarrete, considera que también durante la época
precortesana, Teapa no dejó de ser uno de los caminos principales para poder llegar
al puerto de Potonchán, y además de considerarse un tributario para las
comunidades Cimatanes en la Chontalpa, al cual estaban supeditados y obligados
a pagar en especies.[ii]
En este ínterin de la
conquista y pacificación del territorio tabascano, es que se fundada y se dedicada
la primera iglesia al Apóstol Santiago, construida por orden del encomendero
Bernal Díaz del Castillo y ejecutada por los indígenas zoques de su encomienda
hacia finales de 1525 aprox. en lo que hoy es el centro de la actual ciudad, - mismo
espacio que ocupa más precisamente el kiosko del parque central -; este voto es
gracias al “apoyo” recibido por el santo compostelano a favor de la
pacificación de los pueblos de la provincia, del que se dice “apareció” para ayudar a los españoles en
la conquista del territorio en abril de 1519 en la ya famosa batalla de Centla.[iii]
Ésta misma ermita es la que encuentra el recientemente nombrado Obispo de
Chiapa, Ilmo. y Excmo. Sr. Dn. Fray Bartolomé de las Casas, OP cuando pasó
junto a su comitiva por el río Grijalva y subiendo por el río de la Sierra,
desembarcó en el pueblo de Tacotalpa en las estribaciones de sierra tabasqueña
que conduce a la provincia chiapaneca, y después de pernoctar una noche en cada
pueblo, ordenó a un grupo de frailes permanecer unos días más para predicar el
final de la cuaresma y semana santa en los pueblos de Tacotalpa, Teapa e
Ixtapangajoya.[iv]
Esta permanencia de la
incipiente evangelización por parte de los encomenderos, logró cierta
estabilidad en la piedad y devoción de los indios. Pero como bien lo supone
Fray Bartolomé de las Casas en su reconocida obra Historia de las Indias, en la cual duda que una semana haya sido
suficiente para lograr una evangelización completa entre los indios y
convertirlos a la fe católica, para ello es indispensable que exista un
evangelizador a tiempo completo que esté al pendiente de la doctrina y la cura
de almas, método que había implementado en la Verapaz no hacía mucho tiempo en
su tratado De unico vocationis modo.[v]
Durante la segunda parte del siglo XVI con la disputa territorial habida entre
los cleros regulares y seculares por la obtención de privilegios, diezmos,
servicios indígenas y otras formas de adquisición económicas, la Diócesis de
Yucatán y la Orden de Predicadores de la Provincia de San Vicente Ferrer de
Chiapa y Guatemala, llegaron a un acuerdo por el cual cedían completamente la
sierra tabasqueña a la administración dominica de Chiapa creando una vicaría
dependiente del convento de Santo Domingo de Guzmán en el pueblo de Tecpatán,
erigiéndose así la Vicaría de Santo Domingo de Guzmán Oxolotán que velaría por
9 poblados cercanos que incluían a Teapa y su adyacente Tecomaxiaca que se
convertirían en visitas de la primera.[vi]
La administración
dominica de Teapa duró poco más de 150 años hasta el gobierno episcopal del
Ilmo. y Excmo. Sr. Dr. Fray Ignacio Padilla y Estrada, O.S.A., arzobispo-obispo
de Yucatán (1753-1760) en que siguiendo las disposiciones reales de Fernando
VI, muchos templos parroquiales regidos por religiosos se secularizan, para dar
paso a la reforma en la cual el clero secular tomaría completamente posesión de
ellos, pues dentro de la visión de la metrópoli, el tiempo de doctrinas
evangelizadoras había terminado y era necesario consolidar una iglesia más
administrativa, coherente a los tiempos modernos y conforme a las
Constituciones Sinodales del Obispado de Yucatán que acababan de celebrarse
unas décadas atrás.[vii] Es decir, que la corona
consideraba que el trabajo de los religiosos había bastado para la penetración
de la evangelización en los pueblos indígenas y que éstos no necesitaban
absolutamente de la doctrina enseñada por un religioso pues ya eran verdaderos
cristianos, cuando la realidad vista desde España era absolutamente contraria a
la realidad que vivían los pueblos indígenas tabascanos.
La población teapaneca estaba constituida
principalmente por varias castas, cuya mayoría era la sociedad conocida en
Tabasco como parda que agrupaba una mezcla de las razas india, mestiza y blanca
que dio por resultado las diversas categorías de mulatos; los indígenas
representaban la segunda fuerza imperante pero las condiciones a las cuales
eran sometidos provocó una considerable disminución aunque no significó
ubicarse por debajo de los españoles que a pesar de ser minoría eran los que
llevaban las riendas del comercio, la política, la producción y el ejercicio de
la religión; según testimonio del gobernador Miguel de Castro y Araoz, hacia
1794 existía una población total en Teapa de 3 293 habitantes repartidos en
haciendas, ranchos y poblaciones de importancia, de los cuales son 1 682
hombres y 1 611 mujeres, que incluían a las castas ya mencionadas y que nos da
una idea de la situación social imperante durante la época.[viii]
II.2 ELEVACIÓN DE LA VISITA DE TEAPA A PARROQUIA Y TRASLADO DE LA CRUZ
En su visita pastoral a la provincia de Tabasco
efectuada en 1754, el arzobispo-obispo Padilla quitó la administración de los
pueblos de la sierra a los dominicos, mismos que se relegaron a su propia
vicaría de Oxolotán y a las labores de su hacienda cacaotera San Raimundo
Poposá; fue él quien elevó la visita
de Santiago Apóstol de Teapa que ya se había construido un tercer templo mucho
más acondicionado, pero ahora en el espacio que ocupa el actual templo, con la particularidad
de que éste miraba su fachada hacia la calle real - hoy calle Plaza
Independencia, Anastacio Luque -, aunque los materiales siguieron siendo los
mismos horcones de madera, adobe y techo de guano. Poco faltaba para que su
edificación fuera realizada con piedras de río, situación que se logró no con
la administración dominica, sino con sacerdotes diocesanos que entrarían a
relevar a éstos últimos y trabajar por la mejora material de los edificios
religiosos como en todo caso pasó.[ix]
Es notable que muchas de las formas actuales de
devoción en las parroquias, tanto de Santiago Apóstol como de Esquipulas,
tienen hondas raíces históricas, las festividades de Santiago Apóstol, de la
Santa Cruz, del Señor de las Lluvias o Santa Ana fueron las más populares
durante el periodo colonial, y en torno a ellas se amalgamaron las castas que
las celebraron, inclusive crearon cofradías o asociaciones para velar por las
festividades anuales creando un fondo económico para solventarlos. Una de estas
fiestas fue la dedicada a la Santa Cruz que desde 1594 se venía celebrando en
el templo de Santiago Apóstol y que con el paso del tiempo, con la fundación
del nuevo barrio de Esquipulas en 1779, se trasladó allí por ser habitación de
indígenas y pardos quienes lo celebraban con notable arraigo devocional y
popular.[x]
La devoción a la Santa
Cruz está relacionada con el sincretismo religioso predominante en Teapa desde
la época prehispánica, los zoques mantenía en el pueblo la festividad de uno de
sus “dioses” denominado Mukelechan, como lo menciona el notable
escritor Rosado González, cuyas festividades comenzaban a finales del mes de
abril y culminaban precisamente los primeros 3 días del mes de mayo, siendo
éstos los más importantes, pues solían llegar de diversas provincias
circunvecinas a la festividad religiosa indígena, donde era celebrada
principalmente por los comerciantes y agricultores; según informaciones
encontradas en leyendas y tradiciones teapanecas de antaño, Mukelechan o Mukuolechan había sido un gobernante principal del Teapan
prehispánico que al morir y convertirse en un ser espiritual, cuidaba o
protegía a los viajeros y cuando era invocado en tiempos de guerra obtenían la
victoria, los detalles de su muerte son míticos e imprecisos, uno de ellos nos
dice que la envidia generada por otro “dios” llamado Kechan, lo “hechizó” para convertirlo en un palo seco de madera con
los brazos extendidos en forma de cruz, razón por la cual los evangelizadores
hicieron el cambio de festividad por la Santa Cruz cuyo parecido era casi
idéntico.[xi]
Esta situación motivó el
cambio de festividades, haciéndose un sincretismo religioso permanente, además
de que la leyenda concordaba con la Santa Cruz y caía justamente en tiempos de
su celebración, pudieron fácilmente introducirla en el pueblo de Teapa cuando
la iglesia era ocupada por los dominicos a finales del siglo XVI como ya hemos
mencionado, quienes traían la devoción a la Santa Cruz ya que los primeros
curas doctrineros enviados por la Provincia de San Vicente Ferrer de Chiapa y
Guatemala habían nacido precisamente en Santa Cruz de Tenerife, Islas Canarias.
Esta explicación es evidente si integramos la creencia religiosa del pueblo
zoque combinado con la religiosidad católica del pueblo español, la
introducción de la devoción de la Santa Cruz no es por tanto algo improvisado,
sino algo conscientemente pensado teniendo como base aceptable la fe de los
indios zoques.
Desde entonces la
festividad se ha arraigado notablemente en la vida comunitaria por el alto
significado que sincréticamente se observa y tiene en sus formas de celebración
tanto cristiana católica como herencia indígena; luego de celebrarse por más de
siglo y medio en la iglesia de Santiago de Teapa desde 1594, ésta se traslada a
la iglesia del Señor de Esquipulas en 1779 a la llegada de la famosa
“peregrinación histórica” donde varios hijosdalgos
provenientes de La Antigua, Guatemala reciben del rey Carlos III la merced de
tierras y se asientan en el actual barrio de Esquipulas, los motivos del
traslado de la devoción bien pudieron ser por varias razones entre las cuales,
la primera pudo haber sido en relación al santo patrón del barrio, el Señor de
Esquipulas es el mismo Cristo crucificado y ahí se entrelaza la mayor
veneración a la imagen de la Santa Cruz por ser correlativas y en segunda, porque
el barrio se constituyó en habitación de castas, es decir, ahí fueron a vivir
españoles, indios, pardos, negros y mulatos, últimos quienes sostenían la
devoción de sus antepasados.[xii]
A finales del siglo XVIII es cuando la festividad de la Santa Cruz hace más
presencia obligando a la comunidad del barrio de Esquipulas a celebrar sus
festividades 2 veces al año, una el 15 de enero (Señor de Esquipulas, patrón titular)
y 3 de mayo (Santa Cruz, patrón secundario).[xiii]
II.3 BAJADA, VISITA O INTERCAMBIO DE SANTOS COMUNITARIO
Es precisamente dentro
de la fiesta de la Santa Cruz que nace también un elemento que aglutina por
completo su interrelación con otras comunidades zoques, este elemento se
denomina la “bajada” o intercambio de santos. Las comunidades zoques y
tzotziles de Chiapas, promovieron por la gran devoción a sus santos patrones
las famosas visitas, cuya acción estaba encaminada a que los santos patrones
por medio de los sistemas de mayordomía fueran llevados a visitar a otro santo
patrón de algún pueblo cercano para su fiesta patronal, al hacer esto, el
patrón visitado tenía la obligación de hacer la correspondiente visita en la
fiesta del mismo que le había visitado, siendo año tras año esta forma de
ritualidad devocional por parte de los indígenas.[xiv]
El historiador japonés Kazuyasu Ochiai, que ha investigado durante años este
factor religioso en Chiapas, toca parte de Tabasco nos da una explicación más
ampliada sobre el significado del santo visitante:
“Un santo visitante es la imagen de un santo católico que es conducida de una comunidad a otra por una delegación de funcionarios comunales en ocasión de las fiestas principales. Dado que el intercambio de santos es una relación ceremonial y diplomática entre dos comunidades, difiere de una peregrinación que es un acto religioso que relaciona a los devotos con algún lugar específico…”.[xv]
Teapa
tuvo grandes relaciones patronales de “visitas” con otros pueblos de Chiapas,
principalmente con Pueblo Nuevo Pichucalco, Amatán e Ixtacomitán de donde
llegaban sus respectivos patrones a las fiestas patronales de Teapa, sin
embargo, por motivos de coste económico solamente eran traídos una sola vez,
puesto que en Teapa las celebraciones eran varias (Esquipulas, Santiago
Apóstol, Santa Cruz, Señor de las Lluvias y Santa Ana), la gracia de recibirlos
la tuvo la Santa Cruz, puesto que se celebraba a principios de mayo y no
correspondía con las festividades de agosto como en Amatán (San Lorenzo,
diácono 10 de agosto) y Pueblo Nuevo Pichucalco (Santo Domingo de Guzmán, 4 de
agosto) o con Ixtacomitán (Santísima Trinidad, conocida como El Padre Eterno,
domingo siguiente a Pentecostés, por lo general entre mayo y junio).[xvi]
Imagen de San Lorenzo diácono y mártir de Roma, venerado en su templo parroquial de Amatán, Chiapas, año 2017. Propiedad fotográfica ELGJ. |
Como he mencionado, las relaciones intercomunitarias se dieron
principalmente con Amatán, Istacomitán [Ixtacomitán] y Pueblo Nuevo Pichucalco,
cada uno de ellos se fue anexando de manera gradual al intercambio; es
importante destacar que los caminos entre pueblos no siempre fueron los
mejores, Ortiz menciona que “todos los
caminos de esta región [Sierra] hacía
Chiapas, funcionaban durante el año,
aunque con cierta dificultad en el tiempo de aguas…”.[xvii] Es de notar que aunque
Ochiai menciona que la vía se hacía entre Amatán y Pichucalco, era dificultoso
y casi imposible ese tránsito por las elevaciones de la sierra y el camino aún
en la actualidad es complicado, no habiendo ruta caminera entre estos municipios
directamente.[xviii]
El verdadero camino debió registrarse entre Amatán, paso a Ocelotlán [Oxolotán],
Tapijulapa y vía Teapa cruzando el río Puyacatengo, cuyo trazo caminero existía
desde la época prehispánica.[xix]
Podemos tener
una amplia visión de cómo se realizaba la contratación de la visita entre ambas
comunidades: a) con la autorización de los curas de los pueblos visitantes y
del anfitrión se anunciaba la próxima visita con unos meses de anticipación, b)
los visitantes llevaban una imagen a la fiesta del santo patrón anfitrión
celebrada en la comunidad correspondiente, c) el santo y la delegación llegaban
la “antevíspera”, es decir, dos días antes de la fiesta y d) la utilización de
una imagen peregrina, la mayor o titular permanecía en el altar mayor de la
iglesia.[xx]
II. 4 EL ORIGEN DE LA CRUZ DEVOCIONAL EN EL TEMPLO
Para 1813-14,
se instaló en la cabecera de Santiago de Teapa una misión ofrecida por los
padres franciscanos del convento de San José de Orizaba por petición del
Ayuntamiento de Villahermosa y el vicario in cápite de Tabasco, José Eugenio
Quiroga, quienes predicaron durante la Semana Santa del 14 e instaló una cruz
de madera en la plaza de la iglesia del barrio de Esquipulas, misma que durante
años fue venerada como milagrosa,
como referencia concreta, la tradición de instalar cruces misionales fue
introducida por el entonces beato Leonardo Casanova de Porto Mauricio, un
sacerdote franciscano.[xxi]
A
partir de ese momento, la devoción a la Santa Cruz tomó un nuevo auge, aunque
la cruz no sobrevivió por mucho tiempo al estar a la intemperie donde la
humedad y las lluvias terminaron por destruirla, sin embargo, trozos de ella
fueron trasladadas al interior del templo, cuyos rastros se perdieron durante
la quema de imágenes en la época revolucionaria y posrevolucionaria.[xxii] Que pasada la
persecución religiosa garridista, el nuevo párroco interino que lo fue el
notable sacerdote Julio Ramírez, SJ conocido como el “Misionero del Corazón de
María” desde el 5 de marzo al 3 de mayo de 1950, encontró en el barrio de
Esquipulas una tierra fértil para iniciar en dos meses de su estancia una
misión popular, cuyo resultado fue la confección de una Santa Cruz que hasta el
día de hoy, después de 70 años, puede verse y venerarse en el templo parroquial
de Esquipulas. Motivando nuevamente la traída de San Lorenzo de Amátan y el
Padre Eterno de Ixtacomitán hasta la culminación de las visitas en los años
setenta, siendo posteriormente prestadas las imágenes por la familia Ocampo
Cano en el rancho Tejería de Tecomajiaca, cuya devoción y piedad se debían a
doña Severina Cano de Ocampo que con gusto enviaba sus imágenes particulares en
los primeros días de la fiesta de la Santa Cruz, algunos años también llegó la
imagen de Santiago Apóstol, pero desafortunadamente con el paso del tiempo esa
tradición popular terminó, esperemos que en algún momento el nuevo y primer
párroco del templo de Esquipulas pueda alentar y motivar activamente la recuperación de
éstas festividades que dieron esplendor y carisma al barrio y templo de
Esquipulas.
Lic. Eddy Lorenzo González Jiménez, historiador.
* * * R E F E R E N C I A S * * *
PRIMERA PARTE
[1] "Del sentimiento que hicieron los indios cuando les quitaron los fraires y de la diligencia que tuvieron para que se los diesen y de la honra que hacen a la señal de la cruz." El padre Motolinía hace una exposición por demás muy completa sobre algunos hechos y situaciones que encontró en la evangelización de los pueblos con respecto a la veneración que el indígena hacía con el signo de la cruz, mismo que se encontraba desde mucho más antes de la llegada de los españoles. Benavente, Fray Toribio, Motolinía (2014): Historia de los indios de la Nueva España. Parte II. Cap. IX. Aquae Fundación, Real Academia Española. Madrid, p. 146.
[2] Marroquín, Enrique (1999): La Cruz Mesiánica, una aproximación al sincretismo católico indígena. Palabra Ediciones. México, págs. 42-43.
[3] Tena, Rafael (2006): "Catálogo de dioses mexicas." en La Religión Mexica. Revista Arqueología Mexicana. Edición Especial. Editorial Raíces S.A. de C.V., I.N.A.H. México, p. 26.
[4] Guerrero, José Luis (1999): Flor y canto del nacimiento de México. Librería Parroquial de Clavería. México, p. 235.
[5] Marroquín, Enrique: op. cit., p. 44.
[6] Gay, José Antonio, pbro. (1881): Historia de Oaxaca. Tomo I. Imprenta del Comercio, de Dublan y Ca. México, págs. 90-94. En esta obra el padre Gay realiza un detallada descripción de las maravillas que considera sobrenaturales o milagrosas en relación a la religión en tiempos de la gentilidad de los indios oaxaqueños, aunque es una obra de casi finales del siglo XIX, nos plasma una visión de la época de las creencias aún vivas de los pobladores de Huatulco, vivencia que hasta ese tiempo no se había historiado.
[6] Gay, José Antonio, pbro. (1881): Historia de Oaxaca. Tomo I. Imprenta del Comercio, de Dublan y Ca. México, págs. 90-94. En esta obra el padre Gay realiza un detallada descripción de las maravillas que considera sobrenaturales o milagrosas en relación a la religión en tiempos de la gentilidad de los indios oaxaqueños, aunque es una obra de casi finales del siglo XIX, nos plasma una visión de la época de las creencias aún vivas de los pobladores de Huatulco, vivencia que hasta ese tiempo no se había historiado.
[7] Ribes Crespo, Ana María: Martiryum la crucifixción en Pregunta Santoral, consultado el 10 de enero del 2011.
[8] Butera Vullo, P. Luis (1984): ¿Por qué y por qué? Ediciones Servidores de la Palabra. México, p. 87.
[9] Un ejemplo claro en la Diócesis de Tabasco, México es la presencia de una astilla de la Santa Cruz que, según testimonio de algunos miembros del clero, pidieron los jesuitas durante su estancia en la parroquia de la Santa Cruz en la ciudad de Villahermosa a mediados del siglo XX, misma que puede verse expuesta a la veneración pública de todos los fieles en el porta relicario con forma de estrella en el presbiterio.
[10] Los irlandeses desde su evangelización por San Patricio, Arzobispo de Armagh en el siglo V se han identificado con el espíritu de la renovación y de la penitencia.
[11] Marroquín, Enrique: op. cit., p. 46.
[12] Ibídem., p. 47.
[12] Ibídem., p. 47.
SEGUNDA PARTE
[i]
Bernal Díaz del Castillo: Historia
verdadera de la conquista de la Nueva España, Cap. CLXVI, en González
Calzada, Manuel (1981): De cómo vieron y
contaron los Cronistas de Indias el descubrimiento y conquista de Tabasco.
Consejo Editorial del Gobierno del Estado de Tabasco. México, págs. 304-305 y
328.
[iv]
Remesal, Antonio de (1988): Historia
general de las Indias Occidentales y particular de la gobernación de Chiapa y
Guatemala. T. I. Editorial Porrúa, S.A. México, p. 404.
[v]
Bartolomé de las Casas: Historia de las
Indias, citado en Rico Medina, Samuel (1990): Los predicamentos de la fe. La inquisición en Tabasco 1567 / 1810.
Gobierno del Estado de Tabasco, Instituto de Cultura de Tabasco. Villahermosa,
Tabasco, p. 46.
[vi]
Los otros 7 pueblos que estaban supervisados como visitas de los dominicos
desde 1578 eran Amatán, Ixtapangajoya, Solosuchiapa, Puxcatán, Tapijulapa,
Tacotalpa y el mismo Oxolotán, tiempo después se unirían Jalapa, Jahuacapa y
Astapa, que con Teapa y Tecomajiaca constituían los pueblos de la sierra.
Gallegos Gómora, Miriam Judith (2008): Hacendados,
arquitectos y evangelizadores: los dominicos de Oxolotán en los siglos XVI-XVII.
Ponencia presentada en el 1er. Foro de la Sierra. Universidad Intercultural del
Estado de Tabasco. Oxolotán, Tacotalpa, Tabasco.
[vii]
Orantes, Secundino (1856): “Esposición del Gobierno del Estado de Chiapas
contra la desmembración de una parte considerable de su territorio intentada
por el Exmo. Sor. Gobernador de Tabasco”, en Grajales, Francisco J. (1951): El problema de límites entre los Estados de
Chiapas y Tabasco. Departamento de Prensa y Turismo. Sección Autográfica.
Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, págs. 34-35.
[viii]
Rivero Canto, Raúl Enrique y González Jiménez, Eddy Lorenzo (2017): “¡Mirad lo
que hizo Santa Rosa! Voto, bajada y fiesta zoque de los santos chiapanecos en
el pueblo de Santiago de Theapa de finales del siglo XVIII al XIX”, en López
García, J. Jesús y Rivero Canto, Raúl Enrique: Espacios sagrados y prácticas religiosas: fuentes y métodos para su
estudio. Universidad Autónoma de Aguascalientes. México, p. 152.
[ix]
González Jiménez (2018): op. cit. supra.
[x]
González Jiménez, Eddy Lorenzo y Ordóñez Capetillo, André Efrén (2009): Antigua festividad de la Santa Cruz de la
Iglesia del Señor de Esquipulas, Teapa. Etnografía. Universidad Juárez
Autónoma de Tabasco. Villahermosa, Tabasco, p. 14.
[xi]
Rosado González, Manuel (1990): Historia
y geografía de Teapa. Gobierno del Estado de Tabasco, Instituto de Cultura
de Tabasco. Villahermosa, Tabasco, p. 10.
[xii]
González Jiménez (2018): op. cit.,
págs. 51-59.
[xiii]
Rivero Canto y González Jiménez (2017): op.
cit., p. 153.
[xiv]
González Jiménez y Ordóñez Capetillo (2009): op. cit., p. 16.
[xv]
Ochiai, Kazuyazu (1985): Cuando los
santos vienen marchando. Rituales públicos intercomunitarios tzotziles.
Centro de Estudios Indígenas, Universidad Autónoma de Chiapas. San Cristóbal de
las Casas, p. 7.
[xvi]
González Jiménez y Ordóñez Capetillo (2009): op. cit., p. 16.
[xvii]
Ortiz Ortiz, Martín (1988): Los caminos
de Tabasco. Las vías de comunicación terrestre y la historia de Tabasco, desde
la época prehispánica hasta 1850. DESIC. Tabasco, México, p. 64.
[xviii]
Ochiai, Kazuyasu (1985): op. cit., p.
120.
[xix]
Ortiz Ortiz, Martín (1988): op. cit.,
p. 65.
[xx]
Rivero Canto y González Jiménez (2017): op.
cit., p. 157.
[xxi]
“Misiones que han hecho los religiosos de este Apostólico Colegio de San José
de Gracia desde el año de 1805”, en Anales
de la Provincia Franciscana del Santo Evangelio de México. Año 3. No. 2.
Abril – Junio de 1946. México, p. 50.
[xxii]
González Jiménez y Ordóñez Capetillo (2009): op. cit., p. 19.
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